Hoy es muy común prender la TV (o la computadora) y
ver personajes como Walter White, Don Draper, Rick Grimes, Dexter Morgan. Uno
cocina metanfetamina y la comercializa para poder juntar dinero y así sostener
a su familia y curar su cáncer. Otro es el director de una agencia de
publicidad, es padre de familia pero lleva una doble vida. Ni hablar de los dos
últimos: un sheriff dispuesto a todo para sobrevivir en medio de un apocalipsis
zombie y un asesino serial con un código inalterable: solo matar tipos malos.
El protagonista de esa serie fue Tony Soprano (James Gandolfini).
De pie señores, palabra mayor. El primer antihéroe y quién dio inicio a la nueva edad dorada de la TV. La era de las
ideas originales en las series y pocas en el cine. La era de la complejidad, no
más personajes unidimensionales. No más buenos y malos. A lo largo de ocho años
Los Sopranos se mantuvo en el aire de HBO y ayudó a la cadena a desarrollar más
programación original a tono como True Blood y Six Feet Under y The Wire.
El experimento exitoso de Tony fue el que
abrió los ojos a otros escritores a animarse a escribir ese tipo de historias y
a las cadenas a correr algún que otro riesgo.
Y como frutilla del postre, David Chase
terminó Los Soprano fiel a la forma que comenzó la serie, es decir, sin seguir
ningún libro de reglas. A continuación dos videos que explican el genial y
polémico final.
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