El año pasado el director Dan Gilroy
presentó Nightcrawler,
con la actuación de un poco reconocible Jake Gyllenhaal (en este caso como
"Louis Bloom") quien viene mejorando mucho en la elección de los
papeles que interpreta y que en esta película alcanza un nivel superlativo.
Una de las razones que
hacen de Nightcrawler un gran film es la construcción de su personaje
principal, Louis Bloom: un verdadero psicópata. Un manipulador y un misántropo.
Un estudioso de la especie humana. Que justamente cuando es acusado de "no
entender a la gente", no duda en revelar "¿qué pasaría si digo
que la conozco muy bien y por eso es que justamente no me gusta?".
Pero lo que hace de él un
verdadero psicópata es lo poco que se puede llegar a saber de su pasado (algo que utiliza
Scorsese en Taxi Driver con Travis Bickle y que siguió Nolan en la construcción
de su Joker).
A lo largo de la hora y media que dura la película, Gilroy sólo nos muestra una
breve referencia a su pasado, cuando el personaje de Rene Russo le pregunta
"de dónde es". Y lo que obtenemos es una información tan vaga y poco
precisa que hasta nos hace dudar de que sea verdadera. De hecho dice que es del
norte de la ciudad y que "algunas llamadas lo llevan por ese lado pero
nadie que él conozca sigue ahí". Después de todo, cada vez que Louis habla
con personas es para obtener un rédito personal. Su pasado parece ser una hoja en blanco, lista para ser reescrita una y otra vez, dependiendo de la situación. Es desconcertador no saber de
dónde viene una persona, porque su pasado lo hace a él. Antes de ver la
transformación de Lou en un Nightcrawler profesional lo vemos robando metal para
venderlo en constructoras. ¿Por cuántos de esos trabajos marginales pudo haber
pasado?, ¿cuánto tiempo le puede dudar su nueva elección de carrera?
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